En un cambio dramático en la política internacional, el expresidente estadounidense Donald Trump ha cultivado una nueva alianza con el líder ruso Vladimir Putin, dejando a Ucrania y a su presidente Volodimir Zelenski sin el apoyo crucial de Estados Unidos. Esta alianza se produce en medio de críticas dirigidas a Zelenski, a quien Trump ha acusado de ser un «dictador» por no celebrar elecciones durante la guerra en curso. Las declaraciones han sido rechazadas por los líderes occidentales, quienes están preocupados por el impacto que puede tener esta relación en el equilibrio de poder mundial y en la seguridad de Ucrania y Europa. Emmanuel Macron y Keir Starmer han viajado a Washington en un esfuerzo por hacer que Trump reevalúe su posición, aunque la situación sigue siendo incierta.
Francia y Reino Unido están ideando una respuesta más robusta con un plan para desplegar una fuerza multinacional de 30,000 soldados en Ucrania. Aunque esta iniciativa es vista como una medida de protección de la soberanía ucraniana, las decisiones enfrentan oposición dentro de Europa. Líderes como el alemán Olaf Scholz y el polaco Donald Tusk se muestran reacios a sumarse, mientras que Macron y Starmer defienden la necesidad de un apoyo más decidido. Simultáneamente, Polonia, bajo la influencia de Tusk, continúa con un enfoque defensivo sólido, intensificando su gasto en defensa, incluso cuando Estados Unidos considera reducir su presencia militar en Europa del Este. La situación proyecta una imagen de división y urgencia en Europa, mientras se enfrenta a lo que Macron ha denominado una «nueva era» de inseguridad global.
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