En un evento cargado de simbolismo y urgencia, Bruselas ha sido el escenario de un potente llamado de atención emanado desde el corazón de la industria de semiconductores. La Asociación Global de la Industria de Semiconductores (SEMI) y la Asociación Europea de la Industria de Semiconductores (ESIA) tomaron la delantera en una mesa redonda de alto nivel realizada en el Parlamento Europeo. En esta cumbre, presidida por los eurodiputados Bart Groothuis, Oliver Schenk y Dan Nica, se emitió una declaración conjunta dirigida a Henna Virkkunen, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea para la Soberanía Tecnológica.
La declaración se erige como una respuesta a la necesidad de actualizar la estrategia europea en semiconductores, a pesar del optimismo inicial generado por la aprobación del European Chips Act en 2023. No obstante, la industria considera que el marco es aún ligero en comparación con la agresiva competencia global. Se demanda una revisión más ambiciosa que incluya una inyección de fondos significativamente mayor para la investigación y desarrollo, incentivos robustos para la inversión y la adopción de procedimientos administrativos más ágiles.
El contraste es evidente al observar los movimientos de otras potencias globales. Estados Unidos, por ejemplo, ha dado un paso decisivo con su «Ley de Chips y Ciencia», en la cual ha asegurado una inversión de más de 280.000 millones de dólares, 52.000 de los cuales están dirigidos exclusivamente a la producción local de semiconductores. China también ha entrado en el juego de manera agresiva, añadiendo 55.000 millones de dólares a una ya formidable estrategia de inversiones que supera los 100.000 millones de dólares.
En este contexto, la Unión Europea busca movilizar 43.000 millones de euros a través de la inversión pública y privada, un esfuerzo que, aunque significativo, palidece frente a las cifras de sus competidores. La meta de duplicar su cuota de mercado mundial del 10 al 20 por ciento para 2030 se perfila como un desafío titánico, sobre todo ante la rápida expansión de otras regiones.
La dependencia europea de Asia es notable, particularmente cuando actores clave como ASML, líder mundial en maquinaria de litografía, dependen de los chips fabricados en China. Sus equipos más avanzados, sin embargo, encuentran su principal mercado en empresas estadounidenses y taiwanesas como Intel y TSMC.
La preocupación por el rezago europeo se resume en un llamado de Laith Altimime, presidente de SEMI Europa, quien destaca la necesidad urgente de un enfoque holístico que potencie el diseño, la fabricación y el desarrollo de materiales dentro del continente. Por su parte, Frédérique Le Grevès, vicepresidenta de ESIA, identifica tres prioridades críticas para el sector: una estrategia europea clara respaldada por una Ley de Chips revisada, la agilización de los procedimientos administrativos y una política comercial exterior que refuerce la resiliencia e innovación.
El futuro del ecosistema de semiconductores en Europa se encuentra en un momento crucial. Con Estados Unidos y China avanzando decididamente, la falta de una política contundente podría llevar a Europa a caer en la irrelevancia en una industria que es esencial para la economía y la soberanía tecnológica. La presión está ahora sobre Bruselas, que debe actuar con celeridad y decisión si quiere evitar quedar a la zaga en esta carrera global.
