Un reciente estudio ha señalado que el consumo de ocho o más bebidas alcohólicas por semana incrementa significativamente el riesgo de sufrir daños cerebrales, en particular en áreas relacionadas con la memoria y el razonamiento. Este nivel de consumo clasifica a los individuos como «grandes bebedores», un grupo demográfico que enfrenta consecuencias graves para su salud cognitiva. Los expertos advierten que incluso cantidades consideradas moderadas de alcohol podrían tener efectos acumulativos negativos sobre el cerebro, subrayando la necesidad de revisar las pautas actuales relacionadas con el consumo de bebidas alcohólicas.
El informe resalta una creciente preocupación en el ámbito de la salud pública, ya que el deterioro cognitivo inducido por el alcohol podría traducirse en problemas más amplios, como la demencia temprana o un declive acelerado de las funciones cognitivas. Las investigaciones sugieren que los efectos neurotóxicos del alcohol pueden alterar funciones cerebrales clave, afectando la capacidad de toma de decisiones y la memoria, lo que en última instancia podría mermar la calidad de vida de los individuos afectados. Ante esta evidencia, surge un renovado llamado a la moderación y a una mayor concienciación sobre los riesgos asociados con el consumo excesivo de alcohol.
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