Más de la mitad de la población española apunta al estrés como el principal factor que interrumpe el sueño, según el Cigna International Health Study. Esta situación afecta especialmente a mujeres y personas entre 45 y 59 años, agravada por el incremento de las temperaturas, lo que está afectando gravemente la calidad del sueño, crucial para un funcionamiento físico y mental óptimo.
La calidad del sueño en España muestra cifras alarmantes. La Sociedad Española de Sueño indica que un 30% de la población se levanta sin haber descansado bien, lo que afecta al bienestar diario y puede propiciar trastornos físicos y mentales. La OMS recomienda entre 7 y 9 horas de sueño por noche para un equilibrio saludable; descansar menos de seis horas regularmente puede deteriorar la calidad de vida y aumentar el riesgo de problemas cognitivos a largo plazo.
El calor también influye negativamente en la duración y calidad del sueño. En ambientes cálidos, el cuerpo tiene dificultades para regular la temperatura, interfiriendo con el ciclo natural de sueño. A su vez, el estrés no solo dificulta conciliar el sueño, sino que lo fragmenta, causando fatiga persistente. Este estado de alerta libera hormonas como el cortisol, que complican el descanso y causan despertares nocturnos.
Ambos factores, estrés y altas temperaturas, impactan negativamente en funciones cognitivas, afectando la memoria, la atención y la regulación emocional. La Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna, subraya que «dormir es esencial para la recuperación y el equilibrio del organismo». La hiperactivación causada por el estrés repercute en las fases profundas del sueño y REM, necesarias para la restauración adecuada.
La falta de sueño reparador impacta negativamente el cerebro y el bienestar emocional. Los expertos destacan el deterioro de la memoria, la disminución de la concentración, y alteraciones emocionales como consecuencias comunes. Si no se aborda adecuadamente, esto puede llevar a un ciclo perjudicial donde la falta de descanso empeora los problemas emocionales y viceversa. Es crucial, por tanto, priorizar una buena higiene del sueño junto a hábitos saludables como la alimentación y la actividad física.