El conflicto entre Ucrania y Rusia se enraíza cada vez más, acercándose a los dos años y siete meses de enfrentamientos, sin avances significativos más allá del incesante conteo de bajas. El ejército ucraniano enfrenta una creciente presión para reunir más tropas, lo que llevó a la aprobación de una legislación en mayo que obliga a todos los hombres en edad militar a registrarse para el servicio. Sin embargo, este llamado ha encontrado resistencia, y un número cada vez mayor de ucranianos busca evitar el alistamiento mediante diversos medios. Las estrategias van desde el autoaislamiento hasta el pago de sobornos para obtener exenciones, revelando un desgaste significativo entre la población ante una guerra que parece interminable.
Historias individuales destacan el desánimo generalizado y el temor a ser parte de la confrontación armada. Alex, un gerente de producto en Kiev, compartió cómo ha pasado ocho meses sin salir de casa, operando en la clandestinidad para evitar ser llamado a filas. Similar es el caso de Roman, un empresario de Lviv, quien paga una suma considerable para eludir la movilización, mencionando que la mayoría de sus amigos que fueron a luchar no han regresado. Las deserciones en el ejército ucraniano han alcanzado cifras récord, reflejando un estado de fatiga bélica entre los ciudadanos, incluso mientras continúan apoyando a sus fuerzas de otras maneras, como el recaudo de fondos. Esta lucha interna pone de manifiesto el complejo dilema entre el deber patriótico y el instinto de supervivencia.
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