La esperanza de vida en Europa ha mostrado una notable desaceleración en su crecimiento, según revelan investigaciones recientes publicadas en The Lancet Public Health. En España, por ejemplo, se ha observado un incremento de la expectativa de vida desde los 69 años en 1960 hasta superar los 83 años actuales, bajo la influencia de múltiples factores, como la reducción de la mortalidad infantil y el control de enfermedades infecciosas. Sin embargo, el progreso ha sido menor en tiempos recientes: entre 1990 y 2011, la esperanza de vida creció en promedio 0,23 años por año, pero esta tendencia bajó a 0,15 años anuales entre 2011 y 2019. La situación se agravó con la pandemia de COVID-19, que redujo la expectativa en 0,18 años anuales entre 2019 y 2021, resultando en un estancamiento global durante la última década.
El estudio apunta a diversos factores detrás de esta ralentización, como el aumento de la obesidad y el sobrepeso, y una dieta cada vez más rica en alimentos ultraprocesados. A pesar de una disminución en el consumo de tabaco, este sigue siendo un riesgo significativo junto al consumo excesivo de alcohol. Las enfermedades cardiovasculares y el cáncer se mantienen como principales causas de esta morosidad en la mejora de la esperanza de vida. Los países que han logrado mantener un crecimiento estable, como los nórdicos, Bélgica e Islandia, lo han hecho mediante políticas efectivas de salud pública y prevención, sugiriendo que se requiere una intervención gubernamental más decidida para mitigar los impactos de sectores como el tabaco y los alimentos ultraprocesados. Estos hallazgos subrayan la necesidad de fomentar conductas saludables mediante políticas públicas, enfatizando la influencia del entorno sobre las decisiones individuales en materia de salud.
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