El modelo de negocio de las grandes empresas tecnológicas ha evolucionado significativamente, ofreciendo servicios aparentemente gratuitos a los usuarios mientras buscan maneras ingeniosas de monetizar su atención. Esta estrategia no es nueva, sino una extensión de prácticas comerciales ya conocidas en otros sectores, como el del artista callejero que despliega su talento a la vista de todos para finalmente pasar el sombrero. Actualmente, en el mundo digital, las inteligencias artificiales generativas como las de OpenAI, Meta, Microsoft y Google están perfilando su propia manera de «pasar la gorra». Aunque figuras como Sam Altman, CEO de OpenAI, han expresado reparos en cuanto al uso de la publicidad como fuente de ingresos, la industria en su conjunto parece estar encaminada a integrar anuncios de manera casi imperceptible para los usuarios.
Esta tendencia puede observarse en las recientes decisiones de empresas líderes en tecnología. Meta ya está incorporando herramientas de inteligencia artificial generativa directamente en el ámbito publicitario, mientras que Microsoft ha integrado anuncios en sus interacciones con usuarios a través de Copilot. Google, por su parte, está utilizando IA para optimizar y personalizar campañas publicitarias, facilitando que los anunciantes lleguen de manera más efectiva a su público objetivo. El enfoque de estas compañías se dirige hacia la creación de anuncios que se mimetizan con los contenidos, haciendo cada vez más difusa la línea entre la publicidad y el contenido orgánico. En este contexto, la verdadera cuestión no es si la IA integrará publicidad, sino cómo lo hará sin comprometer la confianza de sus usuarios, en una danza delicada entre innovación y lucrativas estrategias comerciales.
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