La reciente detención de Ekrem Imamoglu, alcalde de Estambul y figura prominente de la oposición turca, ha encendido una serie de protestas masivas en todo el país, especialmente entre los jóvenes. Apenas horas después del arresto, los estudiantes de la Universidad de Estambul tomaron la iniciativa, desbordando las barreras policiales para manifestarse en contra de lo que consideran un «golpe de Estado» por parte del presidente Recep Tayyip Erdogan. La acción de los estudiantes llevó al Partido Republicano del Pueblo (CHP) a abandonar su enfoque tradicionalista y convocar a la ciudadanía a tomar las calles, transformando las protestas en un movimiento de indignación que ha atraído a jóvenes de diversos sectores, muchos de los cuales no han conocido otro gobierno que el de Erdogan.
Estas manifestaciones, que han recogido eslóganes de diversas corrientes ideológicas, reflejan un descontento profundo con la administración actual y una demanda generalizada por justicia y un estado de derecho. La juventud, representada por estudiantes como Deniz, que a sus 22 años enfrentan precarias perspectivas económicas y educativas, ha sido el motor principal de estas movilizaciones. A pesar de la represión policial, incluida la detención de más de 2.000 personas, los jóvenes continúan su lucha, desafiando el miedo que paralizó movimientos previos y articulando una crítica feroz contra el nepotismo y las desigualdades crecientes bajo el gobierno de Erdogan. Con la llegada del Ramadán, las protestas podrían menguar temporalmente, pero el clima de insatisfacción y anhelo de cambio promete persistir, alimentado por la percepción de una juventud que siente que el futuro le ha sido arrebatado.
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