En un giro histórico tras 13 años de conflicto, las fuerzas rebeldes han logrado derrocar al régimen de Bashar al Asad, tomando la capital siria de Damasco sin resistencia. Este domingo 8 de diciembre, el Estado Mayor del ejército sirio anunció oficialmente el fin del régimen, exhortando a las tropas restantes a rendirse, lo que marca el inicio de una nueva era política en Siria. Mientras tanto, fuentes rusas han informado que al Asad y su familia han llegado a Moscú, donde han recibido asilo humanitario. El primer ministro sirio, Ghazi al Jalali, ha expresado su disposición a colaborar con el nuevo liderazgo elegido por el pueblo sirio. Abu Mohamed al Julani, líder del grupo rebelde Hayat Tahrir al Sham, ha denominado este suceso como el comienzo de una «nueva historia» para el país, reafirmando su compromiso con la unidad y la reconstrucción de Siria.
El impacto de la caída del régimen de Al Asad resuena a nivel internacional. En Estados Unidos, el presidente Joe Biden ha calificado este acontecimiento como «un acto de justicia», mientras que la Unión Europea solicita el fin de la violencia y un proceso de transición pacífica, interpretando el colapso del régimen como un indicio de debilitamiento de Rusia e Irán. En el ámbito regional, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha declarado «colapsado» el Acuerdo de Separación con Siria, ordenando un despliegue militar en los Altos del Golán para garantizar la seguridad fronteriza. En Siria, miles de personas han salido a las calles para celebrar el fin del régimen incluso en bastiones tradicionalistas como Tartús y Latakia, subrayando una esperanza renovada en un futuro libre del dominio de Al Asad. Mientras tanto, la Coalición Nacional de Fuerzas Revolucionarias y de Oposición Sirias trabaja para establecer un gobierno de transición con asociaciones estratégicas tanto regionales como internacionales, el objetivo común de construir una nueva Siria.
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