El Gobierno de Estados Unidos ha tomado una medida significativa en el ámbito de su política comercial al anunciar la eximencia de aranceles para productos tecnológicos estratégicos como semiconductores, ordenadores, móviles y equipos de red. Esta decisión, aguardada con expectativa por el sector, entrará en vigor a partir del 5 de abril de 2025 y busca contrarrestar los efectos de los aranceles impuestos bajo la Orden Ejecutiva 14257.
Según el comunicado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), aquellos productos que se clasifiquen adecuadamente en ciertas subpartidas del sistema arancelario estadounidense estarán exentos de los aranceles recíprocos recientemente introducidos. Esta exención aplicará tanto a importaciones nuevas como a productos almacenados despachados desde la fecha indicada.
Se beneficiarán de esta medida una serie de dispositivos y componentes clave para la industria tecnológica global, incluyendo semiconductores, equipamiento para la fabricación de chips, ordenadores, smartphones y dispositivos de red. Los productos de almacenamiento digital y pantallas, así como los soportes ópticos grabados, también están contemplados en esta exclusión.
En términos financieros, la exención es vista como un alivio para las empresas del sector tecnológico, particularmente aquellas con operaciones dependientes de componentes producidos en Asia. Compañías como Apple, Dell, Nvidia y Cisco podrían experimentar una reducción en sus costos de importación, lo que resultaría en márgenes de beneficio más favorables. Asimismo, esta maniobra podría reflejarse en un impacto positivo en índices bursátiles como el Nasdaq, y mejorar la confianza de los inversores tras períodos de incertidumbre comercial.
Para que los importadores puedan acogerse a esta exención, los productos deberán ser declarados bajo una subpartida específica diseñada para suprimir la aplicación de aranceles recíprocos. Además, las empresas tendrán la capacidad de solicitar reembolsos por aranceles ya pagados, siempre que se realice antes de la conclusión del proceso de liquidación.
Esta decisión llega en un momento crítico, luego de una serie de tensiones arancelarias y negociaciones que han afectado las cadenas de suministro a nivel mundial. La medida no solo responde a las exigencias del sector privado que demandaba mayor previsibilidad, sino que también podría ser el preludio a nuevas flexibilizaciones en sectores estratégicos. Analistas del comercio internacional ven en este movimiento una táctica de distensión que podría marcar un cambio de dirección en las relaciones comerciales globales.