El Gobierno de Donald Trump, en un giro radical frente a la política exterior de su sucesor Joe Biden, ha decidido adoptar una estrategia de intervención activa en escenarios internacionales donde considere que están en juego los intereses de Estados Unidos. Esta postura contrasta con la actitud de no interferencia mantenida durante la administración de Biden, que buscaba un enfoque más diplomático y basado en el consenso multilateral. La administración Trump ha manifestado su intención de mantener y reafirmar el liderazgo del país en el ámbito global, una posición que consideran vital para la seguridad y prosperidad de la nación.
Este reciente anuncio pone de relieve la intención del equipo de Trump de consolidar el rol de Estados Unidos como potencia influyente, un enfoque que podría tener implicaciones significativas en las relaciones internacionales y en la política económica global. Al asumir un papel más activo, el país podría reconfigurar alianzas y generar tensiones en regiones donde sus intereses estratégicos se vean desafiados. La declaración pone en tela de juicio la dinámica actual de las alianzas transatlánticas y podría suponer un retorno a políticas más unilaterales, despertando preocupación entre los aliados tradicionales que habían apoyado el modelo de cooperación implementado por Biden.
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