El Gobierno de Donald Trump anunció nuevas medidas para reforzar la seguridad en la frontera sur de Estados Unidos a través de una peculiar estrategia: pintar el muro fronterizo de negro. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, destacó que esta iniciativa busca dificultar que los inmigrantes escalen la estructura, ya que el color negro absorberá más calor, haciendo que el metal sea excesivamente caliente al tacto. Noem, acompañada por Mike Banks, director de la Patrulla Fronteriza, subrayó que la pintura también prevendrá la oxidación. Esta acción se suma a la política migratoria de Trump, que en su primer mandato ya había propuesto un muro similar. El proyecto de pintura, junto con otros esfuerzos de construcción, cuenta con un presupuesto respaldado por un reciente financiamiento de 46.000 millones de dólares aprobado por el Congreso.
La ampliación y modificación del muro se produce en un contexto donde los cruces irregulares han alcanzado mínimos históricos. En julio, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos reportó 4.601 detenciones en la frontera suroeste, marcando un descenso del 24% respecto a junio y un 92% menos comparado con los datos del mandato de Joe Biden en 2024. Este descenso se atribuye a las políticas de deportaciones aceleradas y arrestos masivos implementadas por la administración de Trump. Mientras tanto, el presidente continúa impulsando la construcción de unos 800 metros del muro por día, con el objetivo de reforzar aún más las políticas de control migratorio en un momento de intensos debates sobre la migración en Estados Unidos.
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