En un clima de alta tensión, Estados Unidos ha intensificado sus acciones contra Venezuela, acentuando la incertidumbre en el Palacio de Miraflores, sede del gobierno de Nicolás Maduro. Este lunes, la flota estadounidense en el Caribe destruyó una segunda embarcación venezolana, incrementando la presión sobre el régimen chavista. El presidente Donald Trump justifica estas acciones alegando combatir el narcotráfico hacia su país, aunque la ONU indica que solo un pequeño porcentaje de la droga proviene de Venezuela. La situación ha dejado mudos a políticos y analistas, mientras imágenes satelitales confirman la presencia de destructores y buques de asalto anfibio al borde de aguas venezolanas.
La administración Trump, respaldada por el secretario de Estado Marco Rubio, considera a Maduro un narcodictador. Rubio sostiene que el despliegue militar es una amenaza directa, potencialmente antesala de un intento de derrocamiento. Mientras, las acusaciones de buscar justificar una invasión por parte del gobierno de Maduro se intensifican. Informes de WOLA alertan sobre la desproporcionada y letal respuesta de las fuerzas estadounidenses, sin aparente justificación de defensa propia. En medio de incertidumbres legales, el conflicto genera preocupación mundial, con Caracas desplegando tropas y milicianos preparados para enfrentar lo que perciben como una amenaza inminente del mayor ejército del planeta.
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