El florecimiento de los aromos en las zonas sur y central de Chile frecuentemente confunde a muchos al hacerles creer que la primavera ha llegado, cuando en realidad esta estación se instala plenamente en septiembre. Durante el invierno chileno, los aromos, arbustos conocidos por sus llamativas flores amarillas, dominan el paisaje, especialmente en la ruta que conecta Valparaíso y Santiago. A medida que uno viaja desde Casablanca hacia Lago Peñuelas, la presencia de estos arbustos se intensifica, brindando a los conductores una experiencia visual impresionante. La confusión de las estaciones se ve alimentada por esta explosión floral, que aunque no representa el inicio de la primavera, genera una anticipación palpable del cambio estacional.
La percepción errónea de la llegada temprana de la primavera subraya cómo las estaciones pueden «traslaparse», dando señales sutiles del cambio inminente. Los aromos, además de su atractivo visual y fragancia, son apreciados por su resistencia al frío y su capacidad para ofrecer alimento a polinizadores en una época donde otras flores escasean. Sin embargo, no carecen de críticas, ya que su gran demanda de recursos hídricos y su carácter invasivo representa una amenaza para las especies nativas. Así, los aromos ilustran la dualidad de la naturaleza: una belleza cautivadora que, a su vez, plantea retos ecológicos.
Leer noticia completa en El Pais.