Las relaciones diplomáticas entre Venezuela y España se encuentran en un punto crítico tras la controvertida elección de Nicolás Maduro, caracterizada por denuncias de fraude y manipulación del Consejo Nacional Electoral y del Tribunal Supremo. En respuesta al fraude y la represión subsecuente contra opositores, especialmente del entorno de María Corina Machado, España ha intensificado su crítica al régimen chavista. Declaraciones de la ministra de Defensa española, Margarita Robles, calificando de «inaceptable» la persecución en Venezuela, han exacerbado las tensiones, resultando en un llamamiento a consultas de la embajadora venezolana en Madrid y la exigencia de comparecencia del embajador español en Caracas.
La respuesta del gobierno venezolano no se hizo esperar. El canciller Yván Gil informó que el embajador español deberá acudir al Ministerio de Relaciones Exteriores este viernes. La polémica se intensificó cuando el Parlamento venezolano, dominado por el chavismo, propuso una resolución para romper todos los lazos diplomáticos, consulares, económicos y comerciales con España. Simultáneamente, el presidente español, Pedro Sánchez, mostró una marcada postura al recibir a Edmundo González Urrutia, reconocido como presidente electo por el Parlamento español, aunque Sánchez evitó extenderle el mismo reconocimiento oficial.
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