La semana pasada, en medio de la preparación de la selección española para los enfrentamientos contra Georgia y Bulgaria, el nombre de Sergio Ramos resurgió en Las Rozas. A pesar de que han pasado cuatro años desde su último partido con la Roja, las críticas se enfocan en su supuesta toxicidad en el equipo. Ramos, que no jugó en el Mundial de Qatar bajo la dirección de Luis Enrique, tampoco ha sido considerado por el actual seleccionador, Luis de la Fuente. Este último, familiarizado con el ambiente interno de la Federación desde 2013, ha decidido mantener a Ramos fuera del equipo, prefiriendo centrarse en formar una defensa con Aymeric Laporte y Robin Le Normand.
La decisión de De la Fuente pareciera estar orientada no solo a revitalizar la dinámica del equipo, sino también a cimentar una defensa sólida en el presente y el futuro. Al dejar de lado a Ramos, se busca purgar las tensiones y apostar por una nueva generación de defensores. Esta estrategia subraya su enfoque en la renovación y cohesión del grupo, priorizando a jugadores que aporten tanto dentro como fuera del campo. La ausencia del excentral del Madrid marca un punto de inflexión en la gestión del equipo nacional, que busca alejarse de antiguas controversias para centrarse en los desafíos venideros.
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