España sigue enfrentando desafíos significativos en el manejo de jugadas a balón parado, lo que se ha convertido en su talón de Aquiles durante los encuentros recientes. En el partido contra Bélgica que terminó en empate 1-1, quedó evidente que el equipo dominó la posesión del balón, demostrando su habilidad técnica en el juego colectivo. Sin embargo, esta superioridad en el control del balón no se traduce necesariamente en resultados favorables. El gol de Bélgica llegó por un saque de esquina, subrayando una vez más las debilidades defensivas de España en estas situaciones estratégicas.
La selección española también enfrenta dificultades al defenderse en transiciones rápidas del rival. Estas transiciones exigen una rápida reorganización de la defensa, algo que ha sido complicado para el equipo, que suele relajarse al tener mayor control del partido. La falta de atención en las vigilancias ofensivas les pasa factura, ya que, aunque dominan en la posesión, las pérdidas de balón pueden generar contragolpes peligrosos. Estos aspectos, el balón parado y las transiciones defensivas, son áreas críticas que el equipo necesita mejorar para convertir su superioridad en la cancha en victorias contundentes.
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