España se enfrenta a un incremento en las tensiones fronterizas por las políticas migratorias más rigurosas implementadas por el gobierno francés. El nombramiento de Bruno Retailleau, un político del ala más dura de la derecha francesa, como Ministro del Interior ha marcado un punto de inflexión en la gestión migratoria del país vecino. La nueva administración liderada por François Bayrou, con Retailleau en un puesto clave, está determinada a intensificar las devoluciones de inmigrantes irregulares, especialmente en frontera con España. Esto ha encendido alarmas en el gobierno español, que observa cómo las medidas francesas podrían resultar en un aumento de las devoluciones, afectando particularmente las fronteras en Cataluña y el País Vasco. Las estrategias adoptadas por Francia, como el endurecimiento de los controles fronterizos mediante el programa «fuerza frontera», pretenden sistematizar las devoluciones, apelando a preocupaciones de seguridad y orden público.
A pesar del estado actual, organizaciones en la zona fronteriza, como la red de apoyo a inmigrantes Irungo Harrera Sarea, señalan que todavía no han observado cambios significativos en el operativo regular. Las tensiones históricas, reflejadas en episodios pasados de controles y devoluciones masivas, resuenan ahora ante el resurgimiento de estos enfoques. Sin embargo, tanto la Policía Nacional española como los Mossos d’Esquadra no han identificado un endurecimiento tangible en los procedimientos fronterizos recientes. El gobierno francés ha argumentado la protección ante amenazas terroristas y migración irregular como justificantes para intensificar los controles, justificando medidas como la restricción del espacio Schengen durante eventos de alto perfil como los Juegos Olímpicos. España, a través de iniciativas como la propuesta del Gobierno Vasco, está comenzando a presionar por mayores recursos para abordar la creciente carga migratoria, mientras las autoridades evalúan el impacto de este nuevo escenario europeo.
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