El aniversario del ataque de Hamás y el inicio de la guerra en Gaza marcan un año complejo para la diplomacia israelí, impactando particularmente las relaciones con España. Este deterioro se remonta a la visita de Pedro Sánchez a Israel y Palestina en noviembre, donde el mandatario español criticó el respeto de Tel Aviv al derecho internacional humanitario. Posteriormente, España reconoció al Estado palestino, desencadenando una tensión que aún persiste. En este contexto, el embajador israelí ante la UE y la OTAN, Haim Regev, expresa su inquietud frente a la postura del gobierno español, que considera demasiado sesgada y antiisraelí. Regev recalca que, a pesar del deseo de España por influir en la política europea, Israel cuenta con el respaldo de otros miembros de la UE, asegurando que las intenciones españolas no alterarán la postura general del bloque hacia Israel.
La situación alcanza un punto crítico con la ausencia de embajador israelí en Madrid, mientras el gobierno español, en coalición con Sumar, busca tomar medidas más drásticas como un embargo de armas y la ruptura de relaciones diplomáticas. Regev subraya que, si bien las relaciones entre los pueblos de ambos países son firmes, el actual desacuerdo político limita las posibilidades de mediación por parte de España en el conflicto israelí-palestino. A pesar de reconocer el impacto de la decisión unilateral de España de reconocer al Estado palestino, Regev sostiene que no ha generado un cambio significativo en el terreno. Sin embargo, advierte que mientras Hamás continúe presente, no habrá un horizonte para Palestina, ni en Gaza ni en Cisjordania. La guerra actual emplaza a Israel a enfocar sus esfuerzos en el conflicto, dejando en segundo plano la aspiración de la solución de los dos Estados.
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