Los líderes de las principales economías del mundo se han reunido esta semana en Río de Janeiro para participar en la cumbre del G-20, un foro de discusión fundamental para la economía y gobernanza global. Este año, el foco de las conversaciones se centra en la propuesta de implementar un impuesto global a las grandes fortunas, un tema que ha generado intensos debates por su potencial impacto en el crecimiento económico mundial y la distribución equitativa de recursos. Fundado en 1999, el G-20 reúne a países que en conjunto representan el 90% del PIB mundial, el 80% del comercio global y dos tercios de la población mundial, consolidándose como un actor clave en la coordinación de políticas económicas y gestión de crisis.
España, aunque no es miembro oficial del G-20, ocupa un lugar particular en estas discusiones como invitado permanente, un estatus que mantiene desde su primera participación en 2008. A pesar de no formar parte de los 19 países miembros y una organización supranacional, la Unión Europea, España ha logrado consolidar su presencia influyente gracias a su relevancia económica y el apoyo diplomático de la UE y Francia. El G-20, además, incluye en su seno a instituciones internacionales como Naciones Unidas, FMI y OMC, que participan como entidades asociadas para coordinar políticas y proporcionar una perspectiva global en un momento crítico para la política económica internacional.
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