Los recientes incendios en Los Ángeles ponen de relieve una alarmante realidad: ya no hay una temporada específica de incendios en California. El cambio climático, con sus efectos prolongados, está alterando los patrones establecidos, provocando sequías severas que dejan el terreno listo para combustionar en cualquier momento del año. Este fenómeno, exacerbado por los vientos conocidos como los «vientos de Santa Ana», ha causado estragos a pesar de estar en pleno invierno, dejando a su paso al menos 13 desaparecidos, más de 180,000 personas desplazadas y 150 kilómetros cuadrados de terreno consumidos por las llamas. Expertos meteorológicos y ambientalistas destacan cómo estas condiciones climáticas extremas, combinadas con una vegetación altamente inflamable, han llevado a incendios de una virulencia inusitada.
A nivel global y a escala local, como en España, el problema cobra relevancia al compartir condiciones climatológicas similares. Instituciones como el Colegio Oficial de Ingenieros de Montes y WWF subrayan la necesidad de aumentar la inversión en prevención y la concienciación pública para mitigar desastres semejantes. Proponen medidas de protección en la periferia de las ciudades, utilizando quemas controladas o cortafuegos verdes para reducir el riesgo. Así como en Los Ángeles, las zonas urbanas en España enfrentan una gran proximidad con áreas forestales inflamables, lo que exige un replanteamiento de las políticas de planificación y extinción de incendios. Los expertos argumentan que el calentamiento global intensifica estas situaciones, aumentando la amenaza de incendios tanto en California como en otras partes del mundo, transformando lo que conocíamos como «temporada de incendios» en un desafío presente durante todo el año.
Leer noticia completa en OK Diario.