En el panorama energético del país, las energías renovables y las centrales nucleares han asumido un papel protagonista en la producción eléctrica. La energía eólica, solar e hidráulica constituyen una parte importante del mix energético actual, complementadas por la producción nuclear, que todavía tiene una presencia significativa. Este enfoque hacia energías más limpias refleja el esfuerzo por reducir la dependencia de los combustibles fósiles y mitigar el impacto ambiental. Sin embargo, se avecina un desafío importante con el anunciado cierre progresivo del parque nuclear, lo que plantea interrogantes sobre cómo mantener la estabilidad y eficiencia energética en el futuro próximo.
Ante este panorama, el almacenamiento de energía se perfila como un elemento crucial para garantizar la continuidad y fiabilidad del suministro energético una vez que las centrales nucleares cesen sus operaciones. Soluciones innovadoras en el campo del almacenamiento, como las baterías de larga duración y otras tecnologías emergentes, serán esenciales para gestionar eficazmente las fluctuaciones inherentes a las fuentes renovables. La capacidad del país para adaptarse a estos cambios determinará no solo su independencia energética, sino también su liderazgo en la transición hacia un modelo más sostenible y resiliente, alineado con los objetivos globales de reducción de emisiones y protección del medio ambiente.
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