En la reciente votación de los estados miembros de la Unión Europea sobre la imposición de aranceles a los coches eléctricos chinos, España optó por la abstención, sumándose a otros 11 países que decidieron no tomar partido. El Ejecutivo español expresó su deseo de seguir dialogando con China, evitando así una potencial escalada en la guerra comercial entre el bloque europeo y el gigante asiático. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, destacó la importancia de agotar todas las vías diplomáticas antes de imponer aranceles que podrían encarecer los vehículos e impactar negativamente en las relaciones comerciales. La postura de España busca también proteger las inversiones chinas en el país, especialmente proyectos significativos como la planta de Chery y Ebro en Barcelona.
Mientras tanto, las relaciones comerciales con China se extienden más allá del sector automotriz. El país asiático ha iniciado investigaciones sobre productos europeos, incluidas las exportaciones españolas de carne de cerdo, un sector crucial para la economía española. En 2023, China importó productos cárnicos españoles por valor de 1.433 millones de euros, representando el 61% de las exportaciones agroalimentarias de España al país asiático. Con aranceles sobre coches eléctricos listos para entrar en vigor a finales de octubre, el Gobierno español enfrenta el desafío de equilibrar su relación económica con China y los compromisos con la Unión Europea, buscando cumplir las normativas internacionales sin cerrar las puertas a futuras negociaciones.
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