La frontera entre Pakistán y Afganistán ha vuelto a ser escenario de intensos enfrentamientos, que han dejado un saldo de decenas de muertos y llevado a ambos países a acordar un alto el fuego temporal de 48 horas. Los combates, que comenzaron el pasado fin de semana, han escalado hasta convertirse en la crisis más grave desde que los talibanes asumieron el poder en Afganistán en 2021. Las hostilidades se originaron en la Línea Durand, una frontera que ha sido motivo de disputas durante siglos, con acusaciones de ataques no provocados por parte de las fuerzas afganas a puestos de control paquistaníes, que llevaron a una respuesta militar por parte de Islamabad.
El conflicto ha tenido un impacto significativo en la rutina diaria de ambos países, provocando el cierre de todos los puntos de cruce fronterizo y dejando a cientos de viajeros varados. Islamabad ha denunciado los ataques afganos como violaciones del derecho internacional, mientras que Kabul se defiende asegurando su derecho a proteger su soberanía ante lo que considera agresiones. A pesar de la breve calma tras el acuerdo de alto el fuego, los enfrentamientos han resurgido, lo que subraya la fragilidad de la situación y la historia de tensiones entre ambas naciones, alimentadas por disputas territoriales y la presencia de grupos insurgentes a ambos lados de la frontera.
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