La guerra en Siria ha vuelto a centrar la atención internacional tras una reciente ofensiva lanzada por grupos rebeldes que ha sorprendido a las fuerzas del presidente Bashar al Asad. Esta ofensiva se produce en un momento crítico, ya que los aliados internacionales de Asad parecían estar distraídos con otras situaciones geopolíticas. La renovada actividad bélica ha generado preocupación entre la comunidad internacional, que teme un incremento de la violencia en una región que ya ha sido devastada por más de una década de conflicto constante. Observadores destacan que el nuevo avance de los rebeldes podría desestabilizar aún más la frágil situación que, en algunos momentos, parecía haberse calmado parcialmente.
El resurgimiento de combates coincide con una aparente disminución del apoyo directo de los aliados clave de Asad, como Rusia e Irán, quienes han enfrentado sus propios desafíos internos y externos, pudiendo haber dejado espacio para que las fuerzas rebeldes ganaran terreno. La ofensiva no solo pone en entredicho la capacidad del régimen de Asad para mantener el control, sino que también añade una nueva capa de complejidad a los esfuerzos diplomáticos dirigidos a encontrar una solución pacífica al prolongado conflicto. Mientras tanto, la población civil continúa sufriendo las consecuencias de este renovado enfrentamiento, enfrentándose a desplazamientos forzados y un acceso limitado a recursos básicos, lo que recalca la urgencia de reactivar las conversaciones de paz bajo los auspicios de la comunidad internacional.
Leer noticia completa en El Mundo.