La reciente detención del alcalde de Estambul, conocido opositor del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, ha desencadenado una ola de protestas en todo el país, lo que ha llevado a las autoridades a realizar cientos de arrestos. La tensión política en Turquía ha alcanzado un punto crítico, ya que el encarcelamiento del alcalde es percibido por muchos como un movimiento estratégico del presidente para asegurar su continuidad en el poder en las próximas elecciones. Los manifestantes han salido a las calles de las principales ciudades turcas, exigiendo la liberación del alcalde y criticando lo que consideran una erosión de la democracia en el país.
Analistas políticos sugieren que esta acción forma parte de un patrón más amplio de represión contra la oposición y se enmarca en los esfuerzos del presidente Erdogan por consolidar su control. Consideran que el momento de la detención no es casual, dados los próximos comicios y la creciente popularidad del alcalde como figura alternativa de liderazgo. La comunidad internacional observa con preocupación los acontecimientos, destacando el deterioro de las libertades políticas y el estado de derecho en Turquía. Mientras las protestas continúan y las tensiones se intensifican, el futuro político de Turquía se presenta incierto y potencialmente volátil.
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