Las ballenas jorobadas son conocidas por emprender largas migraciones estacionales desde las cálidas aguas ecuatoriales, donde se reproducen y crían, hacia los fríos mares árticos y antárticos para alimentarse. Sin embargo, un reciente estudio destacó un caso excepcional: un macho apodado HW-MN1300828 recorrió más de 13,000 kilómetros desde las costas de Colombia hasta Zanzíbar, rompiendo el récord anterior en casi 4,000 kilómetros. Este asombroso viaje contrasta con el patrón migratorio habitual de las jorobadas, que normalmente mantienen rutas más ortodoxas y directas entre zonas de reproducción y alimentación. Los científicos, utilizando la identificación no invasiva basada en la aleta caudal de estos cetáceos, documentaron los avistamientos del ejemplar en el Pacífico colombiano en 2013 y nuevamente en Zanzíbar en 2022, tras haber estado notablemente ausente de los registros durante cinco años.
Este descubrimiento subraya la complejidad y variabilidad del comportamiento migratorio de las ballenas jorobadas, ya que se creía que sus patrones de viaje eran lineales y consistentes. La investigadora Ekaterina Kalashnikova sugiere que tal hazaña podría estar vinculada a cambios ambientales o a la predilección genética de ciertas ballenas por explorar nuevas rutas. Asimismo, en un contexto más amplio, el experto chileno Jorge Acevedo teoriza que, a medida que las poblaciones de ballenas jorobadas se recuperan de la caza intensiva del pasado, podrían resurgir comportamientos migratorios menos frecuentes o incluso desconocidos. Este fenómeno ha despertado el interés por estudiar más a fondo las rutas longitudinales y el intercambio cultural, como el compartido de cantos entre poblaciones, lo que podría ofrecer nuevas perspectivas sobre la conexión de estos gigantes del océano con sus hábitats y cómo se comunican a lo largo de vastas distancias.
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