Como es tradición, los toros de la antigua ganadería Miura clausuraron la feria de San Fermín en su octavo y último día. Estos toros, conocidos por su imponente presencia y origen en Lora del Río, Sevilla, han participado en 57 encierros, estableciendo un desafío destacado para corredores y toreros. En esta ocasión, los toreros Manuel Escribano, Damián Castaño y el venezolano Jesús Enrique Colombo estuvieron a cargo de la lidia. El encierro del año pasado, protagonizado por estos robustos astados, fue uno de los más peligrosos, con siete personas atendidas por contusiones y lesiones serias tras una carrera de apenas dos minutos y 22 segundos.
En el encierro reciente, la situación no fue menos intensa. Varios corredores resultaron heridos, incluyendo una espectacular voltereta realizada por un toro negro que, en su frenético avance por Santo Domingo, lanzó por los aires a un mozo incauto, causándole heridas significativas. El animal, de más de 500 kilos y dotado de un afilado pitón, provocó heridas de asta a cuatro personas, resaltando una vez más los riesgos inherentes que este emblemático evento ofrece. Los sucesos reflejan la mezcla de tradición, peligro y emoción que caracteriza a estos encierros históricos.
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