En España, más de 3.000 pueblos se encuentran abandonados, habiendo dejado de ser habitados hace años. A pesar de su aspecto desolador, algunos de estos antiguos asentamientos conservan su encanto histórico y son ideales para exploraciones turísticas. Un ejemplo emblemático es Granadilla en la provincia de Cáceres, un antiguo señorío que, aunque deshabitado, ha permanecido intacto gracias a la labor de estudiantes involucrados en su restauración. Este enclave destaca por su monumental muralla ovalada del siglo IX y otros tesoros históricos, lo que lo convierte en una parada obligada para los visitantes.
Los orígenes de Granadilla se remontan a la época árabe, destacándose por su importancia estratégica y su fortaleza militar. Con la Reconquista, pasó a manos cristianas, conservando su estructura hasta los años 60, cuando un decreto franquista expropió sus tierras para la construcción del embalse de Gabriel y Galán, forzando a sus habitantes a abandonarlo. En los años 80, un programa gubernamental permitió que estudiantes trabajaran en su restauración, preservando así el pueblo en su estado original. Hoy, Granadilla recibe turistas que pueden admirar su imponente castillo del siglo XV, la Plaza Mayor, la Casa de las Conchas y su iglesia, accediendo por la Autovía de la Plata desde Salamanca.
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