El maestro de Chiva, Enrique Ponce, se despidió de Madrid dejando una impronta imborrable al cortar dos orejas a un toro de la ganadería de Juan Pedro Domecq. La faena de Ponce estuvo marcada por su maestría y temple, lo que le valió el unánime reconocimiento del público y del presidente del festejo taurino, quien no dudó en conceder el doble trofeo al veterano torero. La tarde también fue destacada por la monumental ovación que recibió Ponce al finalizar su actuación, reafirmando su estatus como una de las figuras más queridas y respetadas del toreo actual.
En la misma tarde, Samuel Navalón, joven promesa del toreo, tuvo una confirmación de alternativa realmente impresionante al cortar una oreja inapelable frente a un astado también de Juan Pedro Domecq. La actuación de Navalón desbordó expectativas entre los aficionados, quienes aplaudieron con entusiasmo su técnica y valor en el ruedo. Este éxito precoz posiciona al diestro como una figura a seguir en el futuro del toreo, poniendo un broche de oro a una jornada que quedará marcada en los anales de la tauromaquia.
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