El tacto de Pedro Sánchez ha sido comparado con el de un alambre de púas por su actitud indiferente hacia la crisis migratoria en Canarias, mientras vacaciona en el palacete de La Mareta. La ciudadanía lo critica por priorizar sus placeres personales sobre los dramas sociales, como el incumplimiento de sus promesas a los damnificados por el volcán de La Palma. Sánchez y su esposa, descritos como nuevos ricos sin méritos auténticos, han optado por establecerse en un palacio con playa privada, en lugar de atender urgencias como la crisis migratoria canaria. La crítica sugiere que, en vez de destinar fondos a mercaderes separatistas para asegurar votos, sería más justo atender las necesidades de los canarios afectados.
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