Los incendios forestales que azotan el noroeste peninsular y Extremadura han concentrado su furia en la provincia de León, donde este domingo se reportan 11 incendios activos, siete de ellos en nivel 2 de peligrosidad. La situación ha desbordado a los servicios de extinción, que se ven sobrepasados por la rapidez con la que avanzan las llamas. Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) han intensificado sus esfuerzos para controlar el incendio conocido como Llamas de Cabrera, aunque hasta el momento sus ataques han sido infructuosos. Las imágenes que circulan en redes sociales ilustran el aterrador escenario, con una densa nube de humo y fuego que supera la altura de los árboles, desafiando la capacidad de los bomberos.
Las condiciones climáticas han agravado la situación; las temperaturas alcanzan casi los 40 grados y el viento intenso dificulta aún más las labores de extinción. Según responsables de la Junta de Castilla y León, los fuegos tienen un comportamiento «anómalo», lo cual ha llevado a priorizar la seguridad de las personas y las poblaciones afectadas sobre el control del monte. Los brigadistas están reevaluando sus estrategias para enfrentar la situación, que se ha vuelto «fuera de la capacidad de extinción de cualquier operativo», reforzando la urgencia de encontrar soluciones efectivas ante esta crisis ambiental.
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