El líder sirio Ahmed al Shara ha sido recibido en el Kremlin por el presidente ruso Vladímir Putin, marcando un momento histórico en la política internacional. Al Shara, un antiguo yihadista de Al Qaeda, ha sido rehabilitado y ahora busca consolidar la relación entre Siria y Rusia, un país que alguna vez fue su enemigo. La reunión, celebrada en Moscú, se centra en el futuro de las bases militares rusas en Siria, especialmente en Tartús y Jmeimim, las cuales son cruciales para el Kremlin por su influencia en Oriente Próximo y el Mediterráneo. Esta cita se produce tras la caída del régimen de Bachar al Asad, quien ahora se encuentra asilado en Moscú, una pieza clave en las actuales negociaciones entre ambos líderes.
El encuentro subraya un cambio en la dinámica internacional, con Siria buscando redefinir sus alianzas tras años de aislamiento. Al Shara ha manifestado su intención de fortalecer lazos con China y Rusia, sin dejar de considerar la cooperación con los países occidentales. La reunión también destaca los esfuerzos del Kremlin por legitimar a Al Shara, similar a cómo han gestionado relaciones con otros grupos anteriormente considerados enemigos. La comitiva rusa, compuesta por altos funcionarios y líderes militares, refleja la importancia de estas discusiones para el futuro estratégico de Rusia en la región. Mientras tanto, se especula sobre el destino de Asad, con Damasco buscando su entrega desde Rusia, donde reside junto a antiguos colaboradores.
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