En 1955, en la colonia Tabacalera de la Ciudad de México, Ernesto «Che» Guevara conoció a Fidel Castro, evento crucial que cimentó la férrea amistad entre ambos revolucionarios. Este encuentro planificó el derrocamiento del dictador cubano Fulgencio Batista, fortaleciendo su sentimiento común «antiyanquista». Con el tiempo, un escultor inmortalizó este icónico momento en figuras de bronce, ahora retiradas por irregularidades en permisos, desatando polémica en la Cuauhtémoc. Según Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica, fue en México donde Guevara se transformó en el mítico «Che».
Antes de llegar a México, Guevara había presenciado el golpe de Estado en Guatemala orquestado por Estados Unidos contra Jacobo Árbenz. Al entrar al país como exiliado, enfrentó penurias económicas, sobreviviendo como fotógrafo y aspirante a médico. Durante su estancia, buscaba una visa para Estados Unidos, pero terminó cruzándose con los hermanos Castro, con quienes compartió ideales revolucionarios en reuniones clandestinas. El Che y Fidel formarían una alianza que cambiaría la historia política de América, organizando desde la capital mexicana una revolución que resonaría en todo el continente.
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