En 2025, el escenario geopolítico mundial se ha vuelto más complejo con el regreso de Donald Trump a la presidencia de EE.UU., su negacionismo climático y las tensiones comerciales resultantes. La Unión Europea, enfocada en su seguridad interna, enfrenta un aumento de conflictos en Medio Oriente, mientras potencias emergentes como China y Brasil ganan protagonismo a través del bloque BRICS, que ahora incluye a 11 países de pleno derecho y representa un significativo porcentaje de la población y economía global. Los BRICS se posicionan como un poderoso actor internacional, buscando redefinir el orden mundial con su enfoque en el multilateralismo, cooperación Sur-Sur y un renovado sistema financiero internacional impulsado por su Nuevo Banco de Desarrollo.
A pesar de sus ambiciosas propuestas, el grupo BRICS enfrenta críticas por contradicciones entre sus declaraciones y acciones políticas. Durante su reciente cumbre en Río de Janeiro, los líderes reafirmaron su compromiso con la cooperación climática, pero su reliance en combustibles fósiles y planes de expansión petrolera, especialmente en Brasil, contrasta con el discurso de sostenibilidad. La presencia destacada de grandes productores de petróleo dentro del bloque complica sus aspiraciones de liderazgo climático. América Latina, mientras tanto, se encuentra ante el desafío de redefinir su papel en este cambiante orden mundial, buscando impulsar una agenda climática y económica autónoma que maximice el liderazgo de Brasil en la COP30 y dentro de los BRICS.
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