En el reciente Congreso de los socialistas españoles celebrado en Sevilla, Pedro Sánchez ha demostrado un firme control sobre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a pesar de los diversos escándalos que afectan a su entorno. Con pocas voces disidentes y algunas ausencias notorias, el evento ha sido una muestra del poder consolidado de Sánchez, transformando el congreso en una ocasión de reafirmación personal. Sin sufrir grandes presiones territoriales ni injerencias de los «barones» del partido, salvo por la excepción de Emiliano García-Page, Sánchez ha capitalizado las adversidades actuales para solidificar su liderazgo, en contraste con su adversario político, Núñez Feijóo, quien enfrenta resistencia interna desde figuras como Isabel Díaz Ayuso y Juan Manuel Moreno Bonilla.
En este proceso de consolidación, Sánchez ha dado pasos significativos hacia un modelo de unidad cesarista dentro del PSOE. En la Comunidad Valenciana se observa esta estrategia, destacándose los nombramientos de Pilar Bernabé y Alejandro Soler en la nueva Ejecutiva, premiando así su lealtad y eliminando obstáculos en el camino de otros líderes regionales como Diana Morant. Aunque la representación de la Comunidad Valenciana en la ejecutiva no ha aumentado, territorios como Madrid y Andalucía han ganado una mayor presencia, reflejando prioridades estratégicas del actual liderazgo. Este enfoque replicaría el célebre modelo de Alfonso Guerra, donde «el que se mueve no sale en la foto», consolidando un espíritu de unidad en el partido en momentos desafiantes.
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