En las recientes semanas de la moda, las marcas de lujo han reducido drásticamente el número de invitados, afirmando una tendencia hacia la exclusividad y alejándose del enfoque masivo que caracterizaba a los desfiles en años recientes. Esta medida responde en parte a la crisis de ventas que enfrenta la industria del lujo, buscando recuperar un aire elitista que se había perdido. En este contexto, los influencers, antes protagonistas en estos eventos, han cedido su lugar a líderes de opinión más consolidados como deportistas, artistas y directores ejecutivos, valorizados más por sus logros personales que por su influencia en redes. La estrategia parece apuntar a revalorizar el lujo mediante experiencias exclusivas, reservadas para clientes que realmente compran, de manera similar a la antigua alta costura.
El cambio también se manifiesta en el tipo de contenidos que generan atracción en las plataformas. TikTok, por ejemplo, ha ganado terreno frente a Instagram, con perfiles que exploran un enfoque más crítico y analítico sobre las nuevas colecciones. Esta transición sugiere una vuelta al «storytelling» como estrategia principal para conectar con el público, favoreciendo a quienes ofrecen análisis y opiniones fundamentadas sobre la moda. Las marcas ahora buscan colaboraciones con figuras que, aunque quizás no tengan un gran número de seguidores, representan fielmente los valores de la marca y su identidad. La nueva normativa que exige transparencia en las promociones también ha restado credibilidad a los influencers tradicionales, impulsando un entorno digital donde la autenticidad y el contexto son cada vez más apreciados.
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