En un hecho histórico para Japón, su nueva primera ministra, la primera mujer en ocupar dicho cargo, ha reactivado un lema políticamente cargado que ha generado un intenso debate tanto a nivel nacional como internacional: «Japón primero». Este eslogan, importado de la retórica de extrema derecha estadounidense, refleja su postura en cuanto a la necesidad de priorizar los intereses nacionales económicos y de seguridad por encima de las relaciones internacionales. Su ascenso al poder marca un cambio significativo en el liderazgo del país, ya que Japón es la cuarta economía más grande del mundo y su política interna tiene un impacto considerable a nivel global.
La nueva líder ha enfatizado en su discurso la importancia de reforzar la economía japonesa desde dentro, promoviendo la autosuficiencia y la innovación tecnológica. Sin embargo, su enfoque nacionalista ha suscitado críticas por parte de líderes internacionales que advierten sobre posibles tensiones comerciales y diplomáticas. En el ámbito interno, mientras que algunos sectores aplauden su visión de un Japón más fuerte e independiente, otros expresan preocupaciones sobre las implicaciones de un aislamiento potencial y el alejamiento de alianzas estratégicas. La comunidad internacional observa de cerca los próximos movimientos del nuevo gobierno, conscientes del papel crucial de Japón en la economía y la seguridad regional.
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