La Junta de Gobierno Local de Alcalá de Henares ha dado un paso crucial en su compromiso con la sostenibilidad y la mejora del medio ambiente al aprobar definitivamente la implantación de una zona de bajas emisiones (ZBE), que comenzará a regir a partir de los primeros meses de 2025. Tras evaluar y resolver las alegaciones presentadas, el municipio ha definido las limitaciones que se impondrán a ciertos vehículos, aunque estas solo se aplicarán durante episodios de alta contaminación.
Cristina Alcañiz, concejal de Urbanismo, ha subrayado que el objetivo primordial es mejorar la calidad del aire y, consecuentemente, la salud pública, reduciendo el tráfico innecesario en el casco histórico mediante medidas preventivas. «Esperamos que los episodios de alta contaminación no se presenten en nuestra ciudad gracias a las acciones disuasorias y las obras que hemos llevado a cabo con ayuda de los fondos Next Generation, las cuales ya han permitido una significativa disminución del tráfico», comentó Alcañiz.
La zona de bajas emisiones abarcará el casco histórico, limitado por las calles Ronda Pescadería, Azucena, Vía Complutense y Paseo de los Curas. Para garantizar el control de acceso, se han instalado siete cámaras y paneles informativos estratégicamente ubicados, entre ellos en la Plaza Puerta de Aguadores y la Puerta de Madrid.
En cuanto a las obras y mejoras estructurales, la primera fase ya se concluyó y actualmente se avanza con la segunda, valorada en seis millones de euros. Además, está pendiente de aprobación la licitación para otras intervenciones esenciales. El Ayuntamiento, consciente de la necesidad de continuar progresando, continuará gestionando la obtención de fondos europeos para culminar estos proyectos de transformación urbana.
Las restricciones de acceso a la ZBE estarán supeditadas a medidas específicas de contaminación. Solo si el nivel de dióxido de nitrógeno supera los 180 microgramos por metro cúbico durante dos horas consecutivas en dos estaciones, una de ellas en Alcalá, se limitará el acceso. En tales casos, los vehículos sin etiqueta serían excluidos, mientras que los etiquetados con A y B verían restringido su acceso y estacionamiento en determinadas áreas.
Desde 2015 no se ha registrado un escenario que activara tales restricciones, lo que resalta la efectividad de las políticas de peatonalización y el nuevo viario de plataforma única implementadas en la ciudad. Estas medidas reflejan el compromiso de Alcalá de Henares por convertirse en un modelo de ciudad sostenible que prioriza la salud de sus residentes y la preservación del entorno.