El sector de la seguridad privada en España ha experimentado un constante crecimiento desde 2015, superando incluso en número a las fuerzas de seguridad del Estado, con cerca de 90,000 efectivos. Este aumento ha generado una alta demanda de personal en un ámbito donde, paradójicamente, los bajos salarios base, las largas jornadas de trabajo y el estigma social continúan siendo disuasivos para los jóvenes que buscan empleo. Roberto Martínez, un madrileño de 38 años que cambió su inestable vida laboral por un uniforme de vigilante, relata su experiencia en el sector: «Al principio no me gustaba, no es un trabajo que de primera llame la atención». Sin embargo, ha encontrado estabilidad en un campo donde el dominio del inglés puede facilitar el acceso a puestos en multinacionales.
Mientras tanto, Cristina López, con 24 años de experiencia en la seguridad privada y aún en activo a sus 47 años, refleja el cambio vivido en el sector. La nueva Formación Profesional en Técnico en Seguridad, que comenzó en septiembre en algunas comunidades autónomas, busca mejorar la preparación de los nuevos profesionales y cambiar la percepción social de esta profesión. Aunque existe una clara división entre grandes empresas que respetan los convenios laborales y pequeñas firmas conocidas por prácticas «piratas», el sector continúa enfrentando el reto de atraer mano de obra, especialmente en ámbitos más técnicos. Diego Giráldez, de UGT, destaca que «hay una atomización de empresas en España y, en muchas ocasiones, lo que ejercen entre ellas es una competencia desleal».
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