Juan Antonio Sánchez y Gregorio Rojo han intensificado sus esfuerzos para que los gobiernos de España y del País Vasco presten atención a lo que consideran «pésimas consecuencias» de que Talgo, la emblemática empresa ferroviaria española, pase a estar controlada por accionistas extranjeros. Su preocupación está centrada en la reciente actividad del fondo de inversión Trilantic, que podría estar mirando al interés manifestado por compañías extranjeras como la polaca Pesa y la checa Skoda. Ambos líderes sostienen que la entrada de capital foráneo podría comprometer tanto la autonomía industrial como los empleos en la región, además de afectar el prestigio internacional de Talgo como un símbolo de la ingeniería española.
Mientras tanto, las instituciones del País Vasco han mostrado una inquietud creciente ante esta situación, temiendo que Trilantic pueda estar utilizando las ofertas extranjeras como una estrategia para maximizar el valor de sus acciones en Talgo en detrimento de la opción encabezada por el empresario español José Antonio Jainaga. Jainaga proponer un proyecto que, según sus defensores, mantendría no solo el control empresarial dentro del país, sino también garantizaría que los beneficios de cualquier reestructuración o expansión se traduzcan en mejoras para la economía local. La posibilidad de una transferencia de poder hacia entidades extranjeras ha encendido un debate en torno a las políticas industriales y de inversión que España debe seguir en un mundo cada vez más globalizado, donde la protección de sectores estratégicos se convierte en una cuestión de interés nacional.
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