En un incidente inusual que ha generado gran preocupación en el espacio aéreo mexicano, un pasajero abordo de un vuelo de la aerolínea Volaris intentó secuestrar el avión que cubría la ruta entre el Bajío y Tijuana, tratando de desviar la aeronave hacia Estados Unidos. La tripulación, actuando con celeridad y de acuerdo a los protocolos de seguridad, logró desviar el avión hacia Guadalajara, donde el intruso fue entregado a las autoridades. Volaris, en un comunicado, aseguró que todos los pasajeros, la tripulación y la nave permanecieron fuera de peligro, y que ha iniciado acciones legales para asegurar que el responsable enfrente las consecuencias de sus actos. A pesar del revuelo inicial, hasta el domingo por la tarde, la Fiscalía General de la República no había emitido ningún informe adicional sobre lo sucedido.
La falta de detalles sobre cómo ocurrió el intento de secuestro ha dejado abiertas varias interrogantes sobre las fallas de seguridad que podrían haber facilitado el incidente. No está claro si el pasajero intentó tomar el control de la nave mediante algún artefacto o únicamente con esfuerzos físicos, lo que podría implicar diferentes grados de responsabilidad para las empresas de seguridad aérea. A esta incertidumbre se suma el silencio del Grupo Aeroportuario del Pacífico, encargado del aeropuerto de origen del vuelo, así como sus demás instalaciones en México, quienes no han hecho declaraciones sobre el incidente. Cabe destacar que, recientemente, los grupos aeroportuarios han sido criticados por el aumento en las tarifas de uso aeroportuario, un tema que también fue objeto de quejas por parte de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional.
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