Colombia ha experimentado una nueva crisis diplomática con el Gobierno de Donald Trump, desencadenada por declaraciones del presidente Gustavo Petro sobre una supuesta participación de Washington en un plan para derrocarlo. La tensión disminuyó después de que Petro se retractara públicamente. El embajador de Colombia, Daniel García-Peña, transmitió el mensaje conciliador tras ser llamado a consultas y enviado nuevamente a Washington. A pesar de una carta previa de retractación que no satisfizo a Estados Unidos, García-Peña enfatizó en una rueda de prensa que el gobierno estadounidense no participa en actividades desestabilizadoras contra Colombia.
Estados Unidos había llamado a consultas a su embajador interino en Bogotá por las declaraciones de Petro, lo que provocó que Colombia adoptara la misma medida. Sin embargo, García-Peña regresó a su puesto con una agenda centrada en cooperación en áreas como la migración, el comercio y las energías limpias. Mientras tanto, Colombia ajusta ciertas medidas para reducir tensiones, como aplazar nuevos reglamentos automotrices. A pesar de diferencias, ambas naciones buscan concentrarse en intereses comunes y reiteran su rol como aliados estratégicos. Al mismo tiempo, Colombia explora nuevas alianzas, como su adhesión al programa de inversiones de la Nueva Ruta de la Seda de China, algo que Estados Unidos observa con recelo.
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