La XVII gala de los Premios Gaudí, celebrada este año, abordó el desafío de realizar una ceremonia que distribuye 25 galardones durante tres horas. Bajo la dirección de Daniel Anglès, se buscó despojar de solemnidad el evento mediante intentos variados, aunque con resultados desiguales. Este año, la tradicional pareja de presentadores fue reemplazada por Pep Ambrós, quien con un alegato crítico sobre la representación del evento, aunque cuestionando la autenticidad hollywoodense del mismo, no alteró el desarrollo de la ceremonia. Ambrós dejó el escenario para dar voz a profesionales del cine generalmente ignorados, desde el responsable de catering hasta los técnicos, quienes finalmente subieron al escenario acompañados por la música de Figa Flawas. A pesar de algunos problemas técnicos de sonido, la gala buscó añadir un giro irónico e inteligente, especialmente cuando Judit Martín aclaró que el papel de Ambrós formaba parte del guion previsto.
Por otro lado, los preparativos de la gala no fueron del todo acertados. Un anuncio promocional intentó ser una metáfora lírica sobre el cine, pero terminó desorientando al público, evocando más a un film de terror que a una celebración luminosa. Este contraste se tituló «Plenitud», haciendo referencia al éxito del cine catalán en 2024, cuando superó el millón de espectadores, una cifra no alcanzada desde 2003. Sin embargo, la gala mantuvo tradiciones como la alfombra roja, a pesar de su controvertido origen mitológico y las críticas a su uso en eventos. La cobertura de este momento estuvo a cargo de TV3 y fue ejecutada sin errores por los presentadores Llucià Ferrer, Núria Martínez, Maria Xinxó y Pau Torres. Dirigida por Ismael Martín y Carolina Rosich, la transmisión se destacó por ofrecer información pertinente, garantizando que el evento transcurriera de manera fluida sin interrupciones innecesarias.
Leer noticia completa en El Pais.