Elisenda Alamany, de 42 años, está a punto de cumplir seis meses como número dos de Esquerra Republicana, cargo que compagina con ser la jefa del grupo municipal en Barcelona. En su labor, destaca la importancia de mantener una oposición exigente y abierta a nuevos acuerdos, siempre que se cumplan los pactos preexistentes, como el traspaso de Rodalies o la financiación singular. Alamany defiende una política de proximidad, atendiendo a las necesidades cotidianas de los ciudadanos, y resalta el valor de que su papel como secretaria general de Esquerra se complemente con su rol en el Ayuntamiento de la capital catalana.
En su visión política, Alamany observa un escenario más débil en Cataluña comparado con hace una década, señalando infraestructuras obsoletas, el retroceso del catalán y un modelo económico poco competitivo. Para enfrentar estos desafíos, se centra en preservar la identidad de Barcelona mediante políticas de barrio y comercio local, y defiende limitar la compra de segundas residencias para abordar la crisis de vivienda. Ante la pregunta sobre su posible candidatura a la alcaldía, Alamany expresa su compromiso con la ciudad y su deseo de continuar liderando el proyecto municipal. Respecto a la política turística, distingue las necesidades de Barcelona de las de otras ciudades y aboga por limitar la demanda inmobiliaria proveniente del exterior.
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