En Venezuela se llevaron a cabo nuevas elecciones para elegir a 24 gobernadores, legisladores regionales y 285 parlamentarios de una nueva Asamblea Nacional, en medio de un clima marcado por la abstención y el escepticismo popular. La presencia de militares resguardando los centros de votación en Caracas fue uno de los pocos indicios visibles de la jornada electoral, caracterizada por centros vacíos debido al llamado a no votar por parte de la dirigente opositora María Corina Machado. La jornada transcurrió en calma, con un importante despliegue policial, tras días de represión contra opositores como Juan Pablo Guanipa. En los autobuses de Caracas, la apatía y la desconfianza eran evidentes entre los ciudadanos, reflejando un sentimiento de decepción hacia el proceso electoral.
Mientras el chavismo intentaba movilizar a sus bases en Caracas, especialmente a personas de la tercera edad, para garantizar su participación, el desánimo prevalecía entre quienes se sienten desencantados con el sistema electoral. A pesar de las promesas de beneficios sociales, muchos votantes dudaban de su efectividad. Henrique Capriles, otra figura opositora, hizo un llamado al voto como una manera de expresar descontento y resistir ante el gobierno, subrayando la importancia de mantener activa la participación ciudadana. Sin embargo, el ambiente era de resignación y vacío, alejándose del entusiasmo que alguna vez caracterizó las urnas venezolanas.
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