En la remota Isla Decepción, en la Antártida, se erige la base Gabriel de Castilla del Ejército de Tierra español, dedicada exclusivamente a la investigación científica. Este enclave se encuentra sobre el volcán que, en 1967, protagonizó una violenta erupción, obligando a la evacuación de la base chilena que allí se encontraba. Hoy, científicos y militares trabajan codo a codo, monitoreando la actividad volcánica para prevenir futuros desastres. La vulcanóloga Belén Rosado, junto a su equipo de la Universidad de Cádiz, analiza las variaciones del magma, alertando sobre posibles riesgos. Según sus observaciones recientes, la zona permanece estable, aunque la historia volcánica de la isla obliga a no bajar la guardia.
El contexto extremo de la Antártida presenta desafíos únicos. El brigada Alfredo Ojanguren, del Regimiento Galicia 64, destaca las adversidades del entorno, donde las temperaturas descienden drásticamente y el paisaje volcánico es hostil. No obstante, estos factores convierten la isla en un lugar privilegiado para la ciencia. Investigadores de distintas disciplinas analizan desde la actividad volcánica hasta los efectos del cambio climático en las poblaciones de pingüinos. En paralelo, el turismo en la región ha aumentado significativamente, y la isla, con su historia y fenómeno natural, se ha convertido en un atractivo asombroso pese a los riesgos que conlleva. Mientras tanto, la comunidad científica permanece en alerta continua, con las cinco rutas de evacuación siempre listas para despliegue inmediato.
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