La canonización de los primeros santos venezolanos, José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, ha reavivado el debate sobre la crisis política en Venezuela. Durante la misa de acción de gracias en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el cardenal Pietro Parolin destacó la oportunidad que representa este evento para el país, llamando a la libertad de los más de 800 presos políticos y a un cambio hacia la justicia y la paz. Parolin instó a Venezuela a no desaprovechar este «kairós» para abrir paso a un futuro más justo y libre, haciendo eco de las enseñanzas religiosas.
Mientras tanto, el gobierno de Nicolás Maduro organizó actividades en Caracas en ocasión de la canonización, aunque las esperadas liberaciones de presos políticos no se concretaron. Activistas continuaron exigiendo una «canonización sin presos políticos», destacando la crítica situación de salud de algunos detenidos. En Roma, Sairam Rivas entregó una carta al papa León XIV solicitando su mediación en la crisis venezolana. Las autoridades religiosas venezolanas aprovecharon la ocasión para condenar la situación que calificaron de «moralmente inaceptable», lo que provocó una respuesta de Maduro, acusando al cardenal Porras de conspirar contra la canonización.
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