El ataque simultáneo con explosivos a miles de milicianos de Hizbulá en el Líbano ha dejado un saldo de alrededor de 3.000 heridos, entre ellos el embajador iraní en Beirut. La operación, atribuida a Israel, parece un movimiento estratégico del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que busca intensificar la confrontación con Hizbulá. Este conflicto se da en medio de un contexto político extremadamente volátil, a pocas semanas de las elecciones en Estados Unidos, y con Irán como posible actor en este escenario. Netanyahu se arriesga a abrir un nuevo frente mientras continúan las operaciones en Gaza contra Hamás, lo cual podría tener implicaciones graves para la estabilidad regional.
Netanyahu parece estar apostando por una confrontación total con Hizbulá como parte de su estrategia de supervivencia política, especialmente dadas las críticas internas y las presiones judiciales que enfrenta. La alianza del primer ministro con los elementos más extremistas de su gobierno y su búsqueda de apoyo internacional, particularmente de la administración de Donald Trump, evidencian su intención de consolidar su posición a toda costa. Mientras tanto, la administración Biden ha mostrado un apoyo moderado que no ha satisfecho las expectativas de Netanyahu. La posibilidad de una guerra abierta en el Líbano se vislumbra como un intento desesperado de Netanyahu para asegurar su continuidad política en un escenario global cada vez más complejo y tenso.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.