El sector en cuestión contribuye de manera significativa a las economías de dos países, representando entre el 12% y el 9% de su Producto Interno Bruto, respectivamente. Estas cifras destacan la importancia de esta industria como motor económico, influyendo en diversas áreas como el empleo y el desarrollo tecnológico. Asimismo, su impacto se extiende a otros sectores relacionados, generando un efecto multiplicador en la economía nacional.
Ante este panorama, ambos países enfrentan el desafío de mantener la competitividad y sostenibilidad del sector en un contexto global cada vez más exigente. Esto implica la implementación de políticas innovadoras y el impulso a la inversión en tecnología y capacitación. Además, la colaboración entre el sector público y privado aparece como un elemento clave para asegurar el crecimiento continuo y la adaptación a las tendencias internacionales.
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